El corral de mis abuelos
era un taconeo flamenco
es el recuerdo
unas veces lamento
otras cantos alegres
entre alas y plumas correteaba
allí el níspero
perenne árbol
corteza negra
altiva
extendía sus brazos
para espiar al vecino
con sus surcos de anciano
tallados en la fatiga de los años
frondosas hojas
cometas
que entrecruzaban sus hilos
y me daban el regalo de la sombra fresca
tu pulpa labios que bajo el ombligo
se abren al beso del amado
y dejan texturas arenosas
en un paladar hechizado
Ahora sé
que tu savia
alimenta el dulzor de tu fruta
y escondes tu aroma jazminero
tras la aspereza de una cáscara
cicatriz
de tiempo pasado
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